jueves, 15 de octubre de 2009

EL REVISIONISMO (TROSKISMO) CONTRA EL CAMARADA STALIN

Para conocer a un hombre, sobre todo cuando la derecha y cierta "izquierda" lo calumnia continuamente tratando de cancelar su obra marxista práctica, hay que conocer también su obra escrita. Antes querer borrar de un plumazo la personalidad de Stalin, mejor lean a los clásicos y saquen sus propias conclusiones. Cuando el imperio se empeña en destruir su imagen, no nos queda otro remedio que desconfiar y seguir precisamente la línea contraria de lo que nos quieren imponer. Stalin está vivo y estará por siempre en la memoria y en el corazón de todos aquellos verdaderamente comunistas y que no se han dejado embaucar por los cantos de sirena de la democracia capitalista y como alguien dijo.

"Un hombre como Stalin, después de Stalin, y la Unión Soviética jamás hubiese caído"


"... En los llamados errores de Stalin está la diferencia entre una actitud revolucionaria y una actitud revisionista. Se debe ver a Stalin en el contexto histórico en el que se desarrolló, no debe vérselo como una especie de bruto,sino que se lo debe apreciar en ese contexto histórico particular... Yo he llegado al comunismo por papá Stalin y nadie puede decirme que no lea su obra. Lo he leído aun cuando era considerado muy malo leerlo, pero ese era otro tiempo. Y como no soy una persona no demasiado brillante y además testaruda continuare leyéndolo...." Ernesto "Che" Guevara.

1 comentario:

  1. Stalin había dado orden de asesinar a Trotsky y, Jotov, encargado de las operaciones contra éste en México, se valió de dos comunistas catalanes, Caridad y Ramón Mercader (madre e hijo), para llevar a cabo el plan. Asimismo, ayudaron dos mexicanos de izquierda, Vicente Lombardo Toledano y David Alfaro Siqueiros.

    Aunque el palacete en el que vivía estaba fuertemente custodiado, Ramón Mercader (conocido con el alias de Jaques Mornard) lograría infiltrarse en su círculo ganándose la confianza de una de las secretarias de Trotsky, Silvia Ageloff, con la que incluso mantuvo un noviazgo formal premeditado y planeado para perpretar el magnicidio. Con el pretexto de que leyera un escrito suyo se acercó a Trotsky y mientras este leía le clavó salvajemente un piolet en la cabeza. El grito de Trotsky se escuchó en toda la casa, acudiendo rápidamente sus custodios pero no se pudo hacer nada.

    León Trotsky moriría un día más tarde en un hospital de la Cruz Verde. Cabe señalar que a sus exequias, asistieron cerca de trescientas mil personas, en una ciudad que por aquel entonces apenas contaba con unos cuatro millones de habitantes.

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