miércoles, 23 de septiembre de 2009

AL ASALTO DEL BOSQUE TROPICAL

El mayor banco genético del planeta en disputa
Por: Róger Rumrrill
La cuenca amazónica, paraíso de la biodiversidad, se encuentra en el ojo de la tormenta: sus ríos y bosques concentran todos los recursos vitales a los que apunta el capitalismo en crisis. La deforestación masiva, la contaminación, los megaproyectos viales, mineros e hidrocarburíferos amenazan la fragilidad de un ecosistema vital para el planeta. Al amparo de los gobiernos de Brasil y Perú, se impone un neolatifundismo febril, en absoluta contradicción con la urgente necesidad de un sistema de desarrollo sustentable e inclusivo.

La dura y épica batalla delos pueblos indígenas amazónicos del Perú por el respeto a sus tierras y territorios tuvo un epílogo trágico el pasado 5 de junio en la localidad de Bagua, con una treintena de muertos. Pero también tuvo el impacto de un cambio de época, de un parteaguas en la Amazonia y en la política peruana: ha visibilizado a los indígenas erigiéndolos en actores sociales y políticos nacionales, puso en cuestión al modelo neoliberal y en jaque al gobierno de Alan García. Pero por sobre todas las cosas actualizó y puso en agenda el carácter geoestratégico del espacio amazónico sudamericano en el siglo XXI (1).

Los gurúes de la geopolítica coinciden en afirmar que la economía poscrisis del capitalismo debe sostenerse en cuatro recursos vitales: agua, energía, biodiversidad y tierras. Estas últimas para la producción de las commodities y en especial de alimentos baratos, cada vez más controlados por los oligopolios y monopsomios que están imponiendo su reinado a nivel planetario (2). Buena parte de esta riqueza estratégica se encuentra en la cuenca amazónica, localizada en las tierras y territorios indígenas de los países que integran la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA): Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela (3).

Elmar Altvater, economista de la Universidad Libre de Berlín y analista de la economía global escribió recientemente al respecto: “¿Qué se viene después de esta crisis? Al aguacero de la new economy en el 2000 siguió el boom inmobiliario con las hipotecas subprime y los productos financieros aventureros, lo que posibilitó unos cuantos años de imponentes negocios que han durado hasta ahora, hasta la crisis financiera más grave de los últimos 100 años. Capital disponible de todos modos sigue habiendo, a pesar de la crisis. Está al acecho de aquellas inversiones que hoy y en lo venidero podrían reportar réditos. ¿Cuáles podrían ser? Las materias primas, señaladamente petróleo y gas, así como agrocombustibles procedentes de la biomasa, son la primera opción. Sus precios debían subir, porque escasean y la demanda es alta. Los certificados de emisión para dióxido de carbono, conformes al Protocolo de Kyoto, prometen buenos réditos” (4).

De caza en el paraíso
La cuenca amazónica sudamericana es un subcontinente de más de 8 millones de kilómetros cuadrados con una población estimada de 33,5 millones de habitantes, de los cuales 21 millones viven en ciudades. Se calcula que la cuenca, presidida por el monarca de los ríos, el Amazonas, con más de 1.000 tributarios, posee entre el 15 y el 20 por ciento del agua dulce del mundo, un recurso vital –más que el petróleo y el gas, dado que es insustituible– y cada día más escaso, que es y será el recurso estratégico del siglo XXI (5).

La cuenca amazónica es el paraíso de la megadiversidad. Y el bosque cumple allí múltiples funciones: un papel crucial en el ciclo del agua, reservorio de carbono y banco genético. Pero no es la única riqueza. Además del agua, las tierras, los bosques y la fauna (sólo en el bosque amazónico peruano se han registrado 4.200 especies de mariposas, un récord mundial) existen también cuantiosos recursos mineros metálicos y no metálicos y los imprescindibles bancos de conocimiento de los pueblos indígenas sin los cuales es imposible imaginar el desarrollo sostenible de la cuenca amazónica (6).

El capital transnacional, con su agudo olfato y su privilegiada información para los negocios, se ha lanzado a la caza de esta riqueza natural. Una suerte de neolatifundismo se instala en el planeta a través de una “fiebre” mundial de compra de tierras para producción de biocombustibles y alimentos baratos, complejos turísticos y reservas para servicios ambientales, entre otros múltiples fines. “Fiebre” que para la doctora Annelies Zoomers, de la Universidad de Utrecht (Holanda) “debe ser vista como una consecuencia de la combinación de la liberalización de los mercados, el auge de inversiones directas y los avances en las tecnologías de comunicación y transporte” (7).

Brasil y Perú, mediante los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y de Alan García Pérez, respectivamente, se han convertido en los auténticos “Caballos de Troya” del capital transnacional que está desembarcando en el subcontinente amazónico. Por distintas razones, en los demás países de la cuenca, las puertas permanecen cerradas a este nuevo modelo de transnacionalización del bosque tropical. En Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el narcotráfico hacen inviable otra ocupación del territorio amazónico colombiano. Mientras que los regímenes políticos de Ecuador, Bolivia y Venezuela son por ahora hostiles a negociar sus Amazonias con las multinacionales.

Según el periodista y escritor francés Christophe Ventura, Lula da Silva ha suscrito sólidos compromisos con las firmas del agrobusiness Monsanto, Syngenta, Cargill, Nestlé, Basf, Bayer y otros dinosaurios de la economía mundial para hacer realidad su sueño de convertir a Brasil en el mayor productor mundial de soja, de caña de azúcar para etanol y otros productos de gran demanda en el mercado global del siglo XXI (8). Alan García Pérez, por su lado, cree que la Amazonia peruana está sumida en el atraso por culpa de peruanos pobres –a los que de acuerdo a su filosofía ultraliberal califica de “perros del hortelano” porque poseen millones de hectáreas de tierras que están “ociosas”– que estorban el desarrollo y la modernidad que sólo puede abrirse paso a través de la privatización de las tierras y su venta al gran capital. Para hacerlas rentables y productivas, su gobierno promulgó un centenar de decretos legislativos para la implementación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, puerta de ingreso del gran capital y blindaje del modelo neoliberal (9).Pero existen diferencias de fondo entre la transnacionalización del bosque y las tierras en la Amazonia brasileña y la que ejecuta Alan García en la Amazonia peruana. En Brasil, el propio Estado actúa como garante de esa transnacionalización. “No es que el Estado se retire y deja el espacio público para ser ocupado por las grandes corporaciones”, escribe Silvio Caccia Bava, director de la edición brasileña de Le Monde diplomatique (10). En realidad, Lula negocia desde un Estado cuyas empresas compiten codo a codo con las multinacionales europeas, estadounidenses o asiáticas. Para probarlo están Petrobras, Electrobras y Odebrecht. Se trata pues de un Estado fuerte, incluso con pujos y vocación imperiales (11).

García Pérez, por el contrario, no negocia con las transnacionales. Éstas imponen sus condiciones a un Estado débil y a un gobierno totalmente subordinado. Como señala el destacado economista peruano Humberto Campodónico: “La legislación peruana es absolutamente permisiva… Sucede que el Estado está tomado ‘desde adentro’ por lobbies y diversos estudios de abogados que preparan la legislación ‘sastre’, al deseo de los inversionistas (...) Cuando el Estado está ‘privatizado’, poco o nada le interesa fortalecer las empresas estatales estratégicas (...). Y, claro, tampoco hace nada para cobrar los impuestos que le corresponden y que, en el caso de Petrotech, serán pagados en Estados Unidos y no en Perú” (12).

Objetivo político-militar
Así, la cuenca amazónica, que atesora el mayor banco genético del planeta Tierra, se encuentra hoy en el ojo de la tormenta y está siendo asediada por poderosos intereses internacionales y amenazada por toda suerte de peligros. Todo esto porque sin ninguna duda es el espacio geoestratégico e hidropolítico más importante para la economía global en el siglo XXI.

En el seminario internacional sobre la Amazonia, “Desarrollo Local, Sustentabilidad y Organización Popular”, realizado en Río Branco, capital del estado brasileño del Acre, del 17 al 20 de julio de 2008, las organizaciones sociales de la mayoría de los países ribereños del Amazonas concluyeron que las amenazas que se ciernen sobre el espacio amazónico y sus poblaciones –sobre todo indígenas, habitantes ancestrales de la cuenca– son los megaproyectos energéticos, viales, hidrocarburíferos, mineros y los grandes monocultivos para biocombustibles que provocan la deforestación masiva de los bosques, la contaminación de ríos y lagos y el despojo de las tierras y territorios de los pueblos indígenas. Todo ello contribuye a acelerar el cambio climático y a bloquear las posibilidades de construir un sistema de desarrollo inclusivo y sostenible.

“Por ejemplo, la agricultura migratoria y la ganadería han generado una deforestación amazónica acumulada al año 2005 de 857.666 kilómetros cuadrados; asimismo, en la Amazonia brasileña, en un período de 30 años (1975-2005), la red vial se multiplicó diez veces, lo que estimuló el desarrollo de asentamientos humanos. Más recientemente, la producción creciente de biocombustibles podría acelerar el cambio de uso del suelo en la región” (13).

El Fondo Mundial para la Naturaleza (FMN), en un informe de septiembre de 2006, sostiene que para el año 2050 la humanidad necesitará los recursos de dos planetas Tierra para abastecer la demanda mundial de alimentos, agua, energía, suelos y otras riquezas naturales. A la actual tasa de extracción, la naturaleza amazónica está perdiendo su capacidad de regeneración. Pero la tala ilegal no sólo abate los bosques tropicales del Amazonas, también devasta al resto del planeta. El Banco Mundial ha calculado que los países con bosques tropicales de América Latina, África y Asia pierden entre 10 a 15 mil millones de dólares anuales en el comercio ilegal de madera. En Perú, de acuerdo al Ministerio de Agricultura, se extraen cada año 22 mil metros cúbicos de caoba (Swetenia macrophyla) por un valor de 40 millones de dólares. El 90% de la extracción de esa valiosa especie, el “oro rojo de la Amazonia”, es de origen ilegal porque proviene de áreas de conservación como Parques y Reservas Nacionales (14).

Por otra parte, en el plano político y jurídico, los movimientos sociales amazónicos denuncian un proceso de militarización y criminalización de los pueblos, bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo internacional.

La “guerra mundial contra las drogas”, cuyo mayor promotor es Estados Unidos, es una guerra perdida desde que se inició hace más de tres décadas. Ha fracasado en su objetivo de frenar o eliminar la producción y el consumo de las drogas naturales como la cocaína y la heroína. Pero es un éxito en su objetivo geopolítico. Porque la “guerra mundial contra las drogas” ha sido y sigue siendo instrumentalizada con fines geopolíticos y de seguridad hemisférica. Tal es el caso de Colombia. Ni el narcotráfico ni las FARC son las razones de fondo de la presencia militar de Estados Unidos en ese país, sino el monitoreo de sus intereses geoestratégicos en América del Sur: el petróleo, el gas, la biodiversidad y el agua de la cuenca amazónica (15).
En efecto, pese a su ostensible declinación como potencia unipolar, Estados Unidos sigue siendo el mayor poder militar del mundo, y sus políticas estratégicas mantienen una continuidad a prueba de los cambios de administración. En 2007 el informe del US Southern Command confirmaba la voluntad estadounidense de garantizar “la seguridad, la estabilidad y la prosperidad de toda América” (16), un eufemismo que esconde su vocación mesiánica y la urgencia de intereses que le llevan a pensar a América Latina como su antiguo “patio trasero”. Allí, el jardín amazónico cumple un papel cada día mayor.

LA HIJA DEL LADRÓN

El Perú tiene varias marcas mundiales en su haber. La marca mundial del narcisismo idiota –categoría pecho y espalda, nado sincronizado, estilo mariposa-, por ejemplo. Narcisismo idiota que se expresa en la frase “Dios es peruano”, o en la creencia de que nuestra comida es insuperable, nuestros paisajes son únicos y nuestro folclore no tiene pares.

Los peruanos somos como los brasileños. Lo único que nos diferencia es que no hemos ganado cinco veces el campeonato mundial de fútbol ni hemos tenido a Ayrton Senna –para no hablar de la industria aeronáutica brasileña, del tamaño de su PBI y de las cualidades humanas y éticas de Lula-.

Lo curioso es que si un observador imparcial llegara a estas tierras y preguntara a la gente –la gente de este gran pueblo que se supone que somos- por quién votaría en las próximas elecciones, 22 por ciento de los que contestaran dirían: “Keiko Fujimori”. Y entonces ese observador se caería de espaldas.

Porque Keiko Fujimori Higuchi es hija del delincuente convicto Alberto Fujimori Fujimori -alias Kenya Fujimori, alias Presidente de la República, alias Pacificador y alias Su Excelencia-, merecedor de tres condenas que suman 38 años de carcelería efectiva.

Este ladrón que robaba en sacos, este asesino que empleaba armas del Estado, este peruano que se hizo japonés para eludir la justicia, este japonés que fingió ser peruano para gobernar, este cónyuge que encerró a su cónyuge cuando ésta lo denunció por robar donaciones japonesas, este resumen de todas las taras yakuzo-peruvianas que uno puede imaginar, es el padre de quien se perfila como la próxima mandataria de la nación (así, todo con minúsculas).

Y no es que la señora Keiko haya huido de su ADN ni de la maldición de la herencia. Porque la señorita Keiko estudió en Boston con dinero robado por su padre, felonía que ejecutaba Vladimiro Montesinos pero que mandaba hacer el propio Alberto Fujimori. Y eso sería una mancha muy fea en cualquier país donde la decencia fuera un requisito para entrar a política. No es una mancha, sin embargo, en el Perú.

Porque en este país, de aparente enorme ego, se tolera todo. Se tolera, por ejemplo, que el programa político de la señora Keiko se resuma en este grito clanesco: “¡indulto para mi papá!” (con lo que el Perú no tendrá una presidenta sino una alcaide y seremos, por fin, lo que Saravá siempre soñó que fuéramos: un vasto Lurigancho).
Porque si Dios es peruano, como dicen los huachafos, entonces Satanás también pasó por la Reniec.

lunes, 21 de septiembre de 2009

NARCOTRÁFICO Y CRIMINALIZACIÓN DE LA PROTESTA SOCIAL


Viernes 18 de septiembre de 2009
Una cosa es tratar y resolver los problemas del narcotráfico y otra muy distinta resolver y tratar los problemas de la protesta social. El Estado peruano pone en un mismo lugar los intereses de los narcotraficantes y los intereses de la protesta social, utilizando clichés como terroristas, narcoterroristas, dirigentes terroristas, infiltración terrorista en los movimientos sociales, etc. Los narcotraficantes tienen intereses económicos y están en función a una guerra no solo militar sino principalmente económica, ellos quieren producir cocaína para generar capitales, su fin no es la droga, la droga es su medio, su fin es producir acumulación de capital, para poder:
• Primero: Comprar insumos, materia prima (es decir químicos y hoja de coca), pagar a los que convierten la coca en cocaína y pagar los altos costos de transporte.
• Segundo: Financiar política y militarmente su proceso productivo. Lo primero tiene que ver con la fuerte presencia que tiene el narcotráfico en el aparato estatal y lo segundo la protección militar que va desde las FF.AA hasta el empleo de ejércitos mercenarios.
• Tercero: Convertir las ganancias mal habidas mediante el lavado de dinero, en capital posible de depositar en bancos, generalmente europeos y norteamericanos para pasar como capital financiero en países del tercer mundo.
Como se aprecia el fin de los narcotraficantes no es crear el terror, sino crear capitales, acumular riquezas. La violencia usada por ellos es para seguir con su negocio ilícito, el punto esta en no combatir únicamente a sus ejércitos mercenarios, sino además romper todo su aparato productivo, caso contrario lo único que se esta generando es que el negocio de la droga sea cada vez mas lucrativo.
Entorno a la protesta social tendríamos que decir que también su lucha se desenvuelve principalmente por intereses económicos y en caso que llegue a enfrentamientos armados, como es el caso de Bagua o el de Antauro Humala, no dejan de ser protestas en función a problemas económicos. La protesta social tiene como fin ponerle un alto a la grotesca impostura del capital financiero nacional e internacional para poder:
• Primero: Tener una vida plena y humana, con alimentación, educación y trabajo garantizado.
• Segundo: Proteger el suelo, las materias primas, las fronteras del país por un lado y la ecología, el planeta y el futuro de la humanidad por otro lado.
•Tercero: Por el derecho a pensar, a opinar, hablar y hacer lo que sea necesario para criticar las imposturas del capital financiero, en caso viole y contravenga a los dos puntos anteriores.
Esto lo señalamos así porque con el supuesto discurso de terroristas se quiere hacer pasar como tal a dirigentes sociales de todo tipo y silenciar las protestas sociales que son generadas por los tan apreciadas “inversiones privadas”, que buscan imponerse, respaldados por el Estado y grandes empresarios peruanos sin interesarles siquiera las consecuencias ni los derechos fundamentales de las personas, siendo capaces de incursionar en la cinematografía como es el caso de Hernando de Soto, para que el capital financiero se desenvuelva libremente por el amazonas contaminando su suelo y su agua como ya viene sucediendo en la sierra peruana.
El término terrorista no es aplicable ni para los narcotraficantes ni para los luchadores sociales, lo único que genera el Estado peruano con esto es el encono del pueblo que en vez de recibir soluciones a sus problemas, recibe adjetivos y etiquetas, que acompañados de un derecho penal sin doctrina jurídica clara puede denunciar de terrorista o narcoterrorista a cualquier dirigente social como es el caso de Bagua con Pizango o el caso Antauro Humala o para no irnos al pasado como es el caso de la congresista Nancy Obregón que se la quiere acusar de narcoterrorista.
Todo esto nos lleva a una conclusión: la lucha principal del pueblo peruano es contra la criminalización de la protesta popular, si eso no lucharemos libremente por defender nuestra nación.
Proponemos a los frentes de defensa y a los dirigentes sociales una jornada de lucha contra la criminalización de la protesta popular, que en esencia significa LUCHAR CONTRA LA LEGISLACIÓN ANTITERRORISTA. Si el Estado quiere protegerse a sí mismo, que lo haga definiendo e identificando bien los problemas político-militares y los problemas económico-sociales no conmensurando ni poniendo en el mismo tapete narcotráfico y lucha social.
¡NO A LA CRIMINALIZACIÓN DE LA PROTESTA SOCIAL!
¡LUCHAR CONTRA LA LEGISLACIÓN ANTITERRORISTA!
¡POR EL DERECHO A PENSAR, A OPINAR, HABLAR Y HACER LO QUE SEA NECESARIO PARA CRITICAR LAS IMPOSTURAS DEL CAPITAL FINANCIERO!
¡VIVA EL PROCESO DE RECONSTITUCIÓN DEL FRENTE ESTUDIANTIL REVOLUCIONARIO EN MEDIO DE LA LUCHA POPULAR!
Frente Estudiantil Revolucionario
“Retomando el Camino Democrático”
Comisión de Prensa y Propaganda

lunes, 14 de septiembre de 2009

domingo, 13 de septiembre de 2009

CINCO SIGLOS - PERU OPRIMIDO


QUIEN QUIERA TRANSFORMAR EL PAIS DEBE ATREVERSE A TRASPASAR LA BARRERA
DEL INDIVIDUALISMO HACIA EL TRABAJO COLECTIVO.

SOBREVIVIENDO


NO HAY TIEMPO QUE PERDER, TODO ESTA PREPARADO SOLO
HAY QUE AVANZAR CON DESICION FIMRE Y CONVICCION LO DE
MAS ES HISTORIA.

MEMORIAS - LEÓN GIECO

TAKI ONQOY

FLOR DE CANTUTA


GLORIA Y HONOR A LOS HIJOS DEL PUEBLO QUE BUSCAN
UN AMANECER DIFERENTE A ESTA MISERIA
"PODRAN ARRANCAR MIL FLORES, PERO NO PODRAN DETENER LA PRIMAVERA"
LA FLOR DE LA CANTUTA FLORECE EN EL CORAZON DE CADA NIÑO QUE NO TIENE QUE COMER, EN CADA MADRE QUE VIVE A DIARIO LA MISERIA...UNIOS YERBAS SILVESTRES

SÓLO LE PIDO A DIOS - LEÓN GIECO


Sólo le pido a Dios
que el dolor no me sea indiferente,
que la reseca muerte no me encuentre
vacío y solo sin haber hecho lo suficiente.

Sólo le pido a Dios
que lo injusto no me sea indiferente,
que no me abofeteen la otra mejilla
después que una garra me arañó esta suerte.

Sólo le pido a Dios
que la guerra no me sea indiferente,
es un monstruo grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente.

Sólo le pido a Dios
que el engaño no me sea indiferente
si un traidor puede más que unos cuantos,
que esos cuantos no lo olviden fácilmente.

Sólo le pido a Dios
que el futuro no me sea indiferente,
desahuciado está el que tiene que marchar
a vivir una cultura diferente.

domingo, 6 de septiembre de 2009